La ciudad imperial de Fez es uno de esos lugares por los que no pasa el tiempo. Caminar por su medina, la más grande del mundo, te transporta a la antigua Fez, con sus colores, sus olores y todos los puestos y artesanos que se agolpan en sus calles.
Es toda una experiencia para los sentidos que hay que vivir, al menos, una vez en la vida.